lunes, junio 30, 2025
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La IA ya reescribe la historia

Al documentar y registrar los datos colectivos de la sociedad en una escala sin precedentes, la inteligencia artificial se está convirtiendo en el historiador de la humanidad, cambiando la forma en que registramos información para la posteridad, tal y como recoge la historiadora Marnie Hughes-Warrington de la Universidad de Australia Meridional (Australia) en su nuevo libro ‘Historiadores Artificiales’.

El papel involuntario de la IA como guardiana de la memoria plantea profundas preocupaciones a los historiadores actuales. A diferencia de los historiadores humanos, que documentan explícitamente sus metodologías, los sistemas de IA están creando los archivos históricos del futuro sin una transparencia crucial en cuanto a cómo se seleccionan, ponderan e interpretan las fuentes.

Así, la autora argumenta que la IA ya está profundamente involucrada en la creación de la historia, generando la mayoría de las historias que se escriben en todo el mundo a diario. En lugar de considerar esto solo como una amenaza, el autor anima a los historiadores a verlo como una oportunidad para involucrarse en el desarrollo de la IA y garantizar que estos sistemas reflejen la complejidad histórica.

Hughes-Warrington plantea su preocupación por los sesgos en la recopilación de datos, en concreto la «recopilación desigual e injusta de información sobre el pasado». Cuando los sistemas de IA se entrenan con estos registros históricos sesgados, corren el riesgo de amplificar y perpetuar las desigualdades históricas, lo que podría cimentar narrativas problemáticas para las generaciones futuras.

Por otra parte, es posible que cierta información histórica simplemente no sea computable o legible por herramientas de IA, lo que da una imagen incompleta. Además de las preocupaciones en torno a la recopilación de información y la transparencia, Hughes-Warrington señala que la IA pasa por alto los matices de la narración histórica que los humanos aceptan inherentemente.

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Explica que las afirmaciones históricas de académicos e historiadores nunca son total ni perfectamente ciertas, sino que están parcialmente fundamentadas, lo que significa que se refieren a evidencia externa e invitan a ser contrastadas. Esta compleja comprensión de la información histórica, o de las «verdades» históricas, representa un desafío para los sistemas de IA entrenados para proporcionar respuestas definitivas.

Cuando se les pregunta sobre temas de historia mundial, las plataformas de IA tienden a dar respuestas similares y convencionales que presentan una visión limitada de la historia, lo que demuestra que los sistemas de IA carecen de la comprensión matizada del contexto histórico que los historiadores humanos desarrollan a través de años de estudio, sugiere Hughes-Warrington.

«La información del pasado podría no estar disponible o ni siquiera ser computable, o presentarse de forma que dificulte o incluso imposibilite el uso o la combinación de conjuntos de datos», explica Hughes-Warrington. «También podrían ignorarse los contextos de recopilación de datos. Si supiera que se recopila información sobre personas con dificultades financieras o judiciales, por ejemplo, cabe plantearse si la utilizaría sin tener en cuenta sus experiencias. Y lo que es más importante, podría existir un exceso de confianza en el desarrollo de algoritmos o la detección de patrones».

Este vaciamiento de la historia y su absorción en el futuro, la ficción o la geopolítica implica que se pierde la experiencia histórica necesaria para que la IA sea más eficaz y justa. La IA no supone una amenaza para la historia si vemos la invitación a participar en su elaboración -explica-. Al incorporar la experiencia histórica al desarrollo de la IA, podemos crear historiadores artificiales más eficaces y justos, a la vez que preservamos el pensamiento crítico y la comprensión contextual que definen la investigación histórica de calidad.

El texto, en última instancia, sugiere que la creación de la historia es un proceso interpretativo complejo que no puede reducirse a simples algoritmos o reglas. Hughes-Warrington desafía a historiadores y tecnólogos de IA a reflexionar con mayor profundidad sobre cómo definimos y creamos la historia. «Si la historia es el problema, entonces la historia también es la solución», concluye Hughes-Warrington.

(Colprensa)

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