sábado, abril 26, 2025
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Patentes: clave para la innovación farmacéutica

Protección de la propiedad intelectual en medicamentos; Este sábado, 26 de abril, se celebra el día mundial de la propiedad intelectual, una jornada que se utiliza para recordar la importancia de proteger los derechos de autor para fomentar la innovación y la creatividad.

La salud es uno de los campos en los que es más necesaria la investigación, para desarrollar nuevos tratamientos y nuevas medicinas que permitan combatir enfermedades.

Sin embargo, por los altos costos que pueden llegar a tener, en especial cuando se trata de enfermedades poco comunes, desde hace varios años se vienen buscando mecanismos para que estos tratamientos y medicamentos estén al alcance de todas las personas.

Ignacio Gaitán, presidente de Afidro, gremio que reúne a las compañías farmacéuticas de investigación y desarrollo, habló con Colprensa sobre la importancia de proteger la propiedad intelectual en materia de salud y cómo equilibrar este derecho con el propósito de facilitar un mayor acceso a la salud.

Se critica a veces las patentes sobre medicamentos porque se dice que encarecen la salud. ¿Por qué es necesario proteger la propiedad intelectual en materia de medicamentos?

La protección de los derechos de propiedad intelectual, que incluye patentes, es fundamental para incentivar la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos para garantizar la salud y enfrentar retos de salud pública como la pandemia.

El proceso de investigación médica es largo, costoso y riesgoso. Sin patentes que aseguren la recuperación de la inversión, las farmacéuticas y los innovadores individuales perderían el incentivo para desarrollar nuevos medicamentos y tecnologías médicas.

En promedio, uno o dos de cada 10.000 compuestos sintetizados en laboratorios pasan exitosamente todas las etapas de desarrollo necesarias para entrar al mercado. Desarrollar un nuevo medicamento se estima que lleva entre 10 y 15 años, con un costo promedio de USD 2.600 millones, considerando el costo de los fracasos.

Hoy en Colombia, la inversión en investigación y desarrollo sigue siendo baja, 0,3% del PIB en 2020, lo que limita el desarrollo de soluciones en salud.

Proteger los derechos de propiedad intelectual tiene un impacto positivo y directo en los pacientes, ya que garantiza un flujo constante de nuevas terapias, pues la innovación protegida por patentes asegura que, a largo plazo, los pacientes puedan acceder a tratamientos de última generación.

¿Qué sería del desarrollo del conocimiento sin innovación y sin cuidado de la innovación?

¿Es posible, en las condiciones actuales, mantener acuerdos para proteger la propiedad intelectual al tiempo que se reduce el precio de los medicamentos, en especial los esenciales?

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Por supuesto, ambas políticas pueden coexistir. De hecho, Colombia ha implementado una regulación de precios de medicamentos y dispositivos médicos que desde 2013 definió una metodología de referenciación internacional de precios de medicamentos. La robustez metodológica y la garantía de un proceso participativo y transparente, le ha permitido al país una reducción promedio del 50% en el precio de los medicamentos controlados, lo que ha significado ahorros para el sistema de salud, calculados en cerca de billón de pesos anuales, como lo señala el propio Ministerio de salud. A la fecha, se han regulado 3.313 presentaciones comerciales de medicamentos a través de 17 circulares, es decir, se le ha establecido un precio máximo a nivel mayorista.

¿Le afecta a Colombia, en materia de propiedad intelectual, no ser un país fuerte en materia de investigación? ¿Dependemos en esa medida de la propiedad intelectual de otros países?

En el contexto global, países como Estados Unidos han entendido bien esta dinámica. En 2024, su inversión en investigación y desarrollo alcanzó los 720 billones de dólares, el equivalente al 3,2 % del PIB. De esa cifra, cerca del 22,5 % se destinó al National Institute of Health. Pero más allá del presupuesto, lo valioso es el ecosistema que han construido para que la ciencia se traduzca en productos, servicios y soluciones. Allí, por cada billón de dólares invertido, se generan entre 25 y 27 patentes; el 25 % de ellas, en salud.

Un marco regulatorio apropiado permite conectar al sector universitario o centros de investigación con el sector productivo, constituido por las empresas biotecnológicas, de bioingeniería y farmacéuticas. Este marco regulatorio debe ser reflexionado de manera continua y adaptable al tipo de invención o desarrollo pertinente. Empresas biotecnológicas, farmacéuticas y de ingeniería biomédica necesitan tener garantías para invertir, y esas garantías comienzan por saber que su inversión en innovación puede ser protegida, patentada y transferida.

¿Es posible contar con una política que permita la coexistencia entre los medicamentos genéricos y los de ‘marca’?

Absolutamente. Cada industria tiene un papel importante desde la óptica económica, de acceso y de opciones para los pacientes.

Por un lado, las empresas farmacéuticas innovadoras, que son las que forman parte de Afidro, son las que a nivel mundial están haciendo inversiones de millones de dólares en investigación y desarrollo, y esto, a la par de esfuerzos titánicos que implican incluso pérdidas, inversión de tiempo y muy altos grados de responsabilidad y riesgo, es lo que permite que se descubran nuevos tratamientos, en una constante tarea de mejorar la salud de los pacientes. La patente otorga un derecho de exclusividad de explotación para la empresa generadora y un incentivo para que continúen en esta línea de innovación.

Por otro lado, las empresas farmacéuticas de genéricos, no tienen que hacer este tipo de inversiones más allá que sus costos de producción y replicar -cuando vencen las patentes- las tecnologías desarrolladas por alguien más para que el acceso sea más económico y existan más opciones en el mercado. Sin duda, esto tiene un valor importante por razones económicas y de salud pública, pero este tipo de empresas tampoco existirían si no pudieran tomar parte de la innovación que alguien más desarrolló e invirtió dinero, esfuerzo, tiempo y tomó riesgos, para poder hacer posible esos productos e incrementar la oferta.

Durante la pandemia del Covid-19, Colombia tuvo que depender de las vacunas desarrolladas en otros países. ¿Es posible, impulsando la innovación y protegiendo la propiedad intelectual, que Colombia pueda estar más a la vanguardia en materia de investigación científica en materia de medicamentos?

Sí, tal como se ha señalado en las respuestas anteriores. Aunque en Colombia la protección y uso de patentes en el sector salud ha enfrentado desafíos, existen casos concretos de innovaciones destacadas que han contribuido significativamente al desarrollo de tratamientos médicos y tecnologías de diagnóstico.

Por ejemplo, debido a su ubicación geográfica, enfrenta problemas de salud relacionados con enfermedades tropicales como el dengue, malaria, leishmaniasis y chikungunya. Frente a dicho reto investigadores de universidades como la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de Antioquia han registrado patentes relacionadas con kits de diagnóstico rápido para enfermedades como leishmaniasis cutánea y malaria. Así mismo, moléculas innovadoras y tratamientos más efectivos logran controlar y tratar estas enfermedades.

Gracias a dicho trabajo se ha mejorado la detección temprana, facilitado el acceso en zonas rurales y reducido la propagación de enfermedades en comunidades vulnerables.

(Colprensa)

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